La propaganda como objetivo

El siglo XX trajo consigo la aparición de nuevos canales de comunicación: más rápidos, más inmediatos, más ágiles y que no necesitaban formación para su uso.

Así, la llegada de la radio y del cine abrió un camino muy cómodo para quien quería construír una historia y hacerla pasar como real.

Fueron los nazis antes de la II Guerra Mundial los que vieron el potencial de ambos medios de comunicación. Joseph Paul Goebbels, maestro de la manipulación y narcisista reconocido, descubrió el poder de la palabra que llegaba a todos los rincones a través de las onda hertzianas. El populismo fue la herramienta utilizada para calar en la mente de una población preparada psicológicamente para aceptar el discurso. La directora de cine alemana Leni Riefenstahl contribuyó a que ese mismo concepto llegara a las masas a través de las imágenes.

La televisión

La televisión hizo el resto a lo largo del siglo y la llegada a comienzos del XXI de las redes sociales permitió dar un paso más en el triste camino de la mentira: internet llegó a todos los rincones del mundo y los teléfonos móviles abrieron el camino de la democratización de la comunicación y con ello, se diluyeron las fronteras entre la desinformación y la verdad.

Hoy en día cualquiera puede convertirse en trending topic, en influencer o en comentarista. Sólo hace falta una red social potente, buenas técnicas de comunicación y muchos seguidores. Lo demás llega solo: la credibilidad, la modificación de la realidad, el seguidismo sin cuestionamientos.

La IA

Nos adoctrinan con bailes, con argumentarios repetidos una y otra vez, con imágenes construídas por la inteligencia digital y sobre todo, con el miedo: miedo a perder lo que tenemos; miedo a lo que no conocemos; miedo a lo diferente; miedo a un futuro que no ha sucedido pero que puede ocurrir. Y así se construye una sociedad basada en la angustia, la depresión y la obsesión por el ego.

La llegada de la Inteligencia Artificial a todos los ámbitos de nuestra vida abre una puerta a un mundo que llega demasiado deprisa sin que nuestras sociedades estén emocional y educacionalmente preparadas.

Pero los tiempos son llegados.